top of page
Writer's pictureAmistad Cristiana Inc.

LAS ELECCIONES ESTAN AQUÍ, HAY QUE TOMAR DECISIONES

Permítanme comenzar diciendo que soy ciudadano estadounidense por elección. Aunque nací en Perú, Estados Unidos me dio muchas oportunidades en la vida; y por ello siempre estaré agradecido. Además, fue aquí donde conocí a mi esposa y donde se criaron nuestros hijos. Así que tomar la decisión de adquirir la ciudadanía estadounidense se convirtió en mi forma de expresar mi compromiso con la nación que abrió sus brazos para acogerme.

 

También debo decir que antes de mudarme al estado de Georgia en el 2014, viví en Tennessee durante mis años universitarios, luego en Chicago para cursar estudios de posgrado, después en Sudamérica durante casi 14 años como misionero y, finalmente, en California para completar mi doctorado. Sin embargo, fue en este último lugar donde mi esposa y yo nos dimos cuenta de que necesitábamos un entorno más seguro para nuestros hijos. Esto se debía a los factores sociales contaminados que habían infectado el sistema de educación pública, la dinámica de la vida comunitaria, y la política del estado.     

 

Así que, cuando Noelia y yo oramos buscando la dirección de Dios, Georgia se convirtió en Su respuesta llena de gracia. Como parte del proceso de mudanza compramos una casa en el noreste de Georgia, en un pueblo rural llamado Lula. Sin duda, muchos amigos cuestionaron nuestra decisión. «¿Por qué una familia hispana se muda a una comunidad predominantemente blanca? «¿Es en serio?», preguntaban irónicamente muchos. Pero sabíamos que era el momento de desenseñar a nuestros hijos lo que estaban oyendo permanentemente en la Costa Oeste:

 

· Que una persona se clasifica por el color de su piel,

· Que las minorías raciales deben resistirse a las estructuras sociales desiguales,

· Que la autoridad policial debe ser cuestionada y confrontada,

· Que es obligación del gobierno suministrarte todo lo que necesites, aunque decidas no trabajar,

· Que nadie puede decirte qué hacer con tu cuerpo, así que, estar a favor del aborto es ejercer tus derechos y el Estado está ahí para pagar por tu «elección».

·  Que la iglesia no es realmente necesaria en una sociedad liberal,

·  Entre tantas otras ideas confundidas.

 

Como resultado, nuestra familia tomó la valiente decisión de apoyar principios conservadores con el poder de nuestros votos en el 2016 y el 2020 durante ambas elecciones presidenciales, y esperamos hacer lo mismo este 2024. No obstante, debo ser honesto al decir que podríamos perder nuestro estado y, eventualmente, nuestra nación si este año no nos comprometemos a hablar, hacer un acto de presencia, y ejercer nuestra responsabilidad ciudadana. Si Georgia está en nuestra mente, como retrata la hermosa melodía cantada por Ray Charles, entonces estamos llamados a comunicar lo que está en juego, conservar la integridad de nuestros valores familiares y emitir nuestro voto con decisión y sin arrepentimientos. 

 

COMUNICAR LO QUE ESTÁ EN JUEGO.

 

No hay mejor manera de transmitir un mensaje que tratar de ser individuos más relacionales. Sé que hace cuatro años la pandemia del COVID y sus “profetas apocalípticos” trataron de crear un entorno incierto en el que la gente se volviera menos relacional y más impersonal en sus interacciones sociales. “Guarden la debida distancia social”, “no se junten con amigos y familiares”, “no den la mano”, “usen sus máscaras”, entre otras advertencias eran frases revestidas de “datos científicos” pero vaciadas de reciprocidad humana. Es como si algunos estuvieran más interesados en mantenernos separados. Sin embargo, el acceso a otras formas de comunicación en el 2024 es ahora abundante y deberíamos utilizarlas para compartir con la familia, los amigos, la comunidad y los círculos eclesiásticos lo que realmente está en juego. No queremos un gobierno liberal en el que el Estado dicte nuestras vidas. No queremos un gobierno en el que sólo importe un determinado grupo de vidas. No queremos un gobierno en el que reine el caos social y los medios lo llamen “protestas pacíficas”. No queremos un gobierno que diga a las iglesias cuándo, cómo o, peor aún, eventualmente quiera decirnos a quién rendir culto. Eso es lo que está en juego, amigos míos. Así que, sin importar el esfuerzo, usemos nuestras habilidades relacionales para comunicar lo que realmente está en juego. Hagámoslo personal o virtualmente, pero conectemos con la gente y expresemos nuestras preocupaciones.

 

CONSERVAR LA INTEGRIDAD DE NUESTROS VALORES FAMILIARES.

 

Del mismo modo que Noelia y yo decidimos trasladar a nuestros hijos a Sudamérica para trabajar entre comunidades muy pobres plantando iglesias y centros de alimentación, o del mismo modo que decidimos trasladarnos de Los Ángeles a Lula en busca de una comunidad más segura, la decisión de educar a nuestros hijos recae sobre nosotros, los padres. Es Dios quien nos ha confiado la responsabilidad de enseñarles a amar a Dios, a amar al prójimo y a amarse a sí mismos. Entonces, nuestras familias construyen su sistema de valores y de moralidad no sobre la opinión del gobierno, o las noticias de los medios de comunicación o las conversaciones de nuestros amigos, sino sobre los principios inalterables de la Palabra de Dios. Sólo la Biblia regula nuestro estilo de vida. Por eso, en el seno de nuestras familias mantengamos el compromiso de seguir enseñando a nuestros hijos que el aborto es una ofensa grave ante los ojos del Dios de la vida, que el matrimonio es el vehículo a través del cual Dios bendice la unión de un hombre y una mujer, que todos los hombres son iguales sin importar el color de su piel y deben ser tratados con dignidad, y que bendita es la nación cuyo Dios es el Señor. Ni el gobierno ni el sistema educativo deben meterse con la educación y la formación de nuestros hijos. La educación de nuestros hijos no es negociable. En estas elecciones, votamos nuestros principios, votamos nuestra fe, pero también votamos pensando en nuestras familias.

 

CONSIGNAR NUESTROS VOTOS SIN REMORDIMIENTOS.

 

Teddy Roosevelt solía decir que «un voto es como un rifle: su utilidad depende del carácter de quien lo usa». Es el carácter lo que define a un individuo en el momento de elegir a sus autoridades. Como cristianos, tenemos la responsabilidad de votar basándonos en principios de fe, no en nuestra etnicidad o en nuestros gustos políticos. Creo que emitir un voto es hacer una declaración de principios sobre quiénes somos y cuál es nuestra postura. No podemos seguir siendo neutrales escondiéndonos tras los arbustos de la conveniencia política o el interés personal. Nuestro voto debe ser nuestra afirmación más clara de ser «una nación bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos», una afirmación de unos Estados Unidos en los que nuestros hijos estén a salvo de los efectos devastadores de la teoría crítica de la raza y del llamado «movimiento extremo por la justicia social», una afirmación contra los programas proabortistas como Planned Parenthood, una afirmación contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, los juegos de azar, la legalización de las drogas, y la trata de personas. Pero también, nuestra participación debe ser una afirmación de que, así como emitir nuestro voto es esencial para una democracia sólida, contarlos adecuadamente es también parte de esa democracia que tanto apreciamos.

 

Encuestas recientes están demostrando que los latinos que han experimentado el fracaso de los regímenes comunistas y socialistas en sus países de origen y los hispanos que se han trasladado al sur de Estados Unidos huyendo de otros estados liberales están moviendo su voto hacia el lado conservador. ¿Por qué? Porque nada enseña mejor que una experiencia vivida y nada define mejor a un individuo que el contenido de un carácter influido por su fe. Por favor, recuerden que no votamos basándonos en el color de nuestra piel, sino en los principios de nuestra fe cristiana.

 

Este es un año de elecciones, así que preparémonos para hacer oír nuestras voces y luchemos con el poder de nuestros votos. Cristo es el Rey. Él tiene el control.


El Dr. Javier Chávez (B.A., M.A., PhD.) es el Pastor Principal de Iglesia Amistad Cristiana Internacional en Gainesville, Georgia. Profesor Visitante de Estudios Globales e Interculturales en las universidades Truett-McConnell University (Cleveland, Georgia) y Northeastern Baptist College (Bennington, Vermont). Es un internacionalista muy respetado y también es catedrático asociado del Danbury Institute en Washington, DC.

Comments


bottom of page